jueves, 2 de julio de 2009

La permeabilidad de la memoria

Esta mañana mientras daba una vuelta con mi madre, de su boca salió en repetidas ocasiones la palabra "Nao", "Nao." La miré de forma extraña, y a ti ¿qué bicho te picó? Aquella palabra no me decía nada. ¿No te acuerdas que así llamabas los gatos de niña?¿Yo? Sí, tú. Un gato acababa de cruzar la calle, y de su celaje le vino el recuerdo.

Se quedó pensativa, y me dijo, fue una de tus primeras palabras. Me contó que decías varias palabras al tiempo que me balanceaba dando mis primeros pasitos a los diez meses de edad.

Supongamos que yo fuera una mujer muy famosa, y quisiera sacarle plata a mi nombre. Vamos más allá, supongamos que los eventos que me contó mi mamá fueran de suma importancia en mi vida, y por lo tanto decidiera incluirlos en mi autobiografía o memoir. ¿Deberían estos eventos ser parte de mi historia cuando han sido trasplantados a mi memoria por mi madre?

Hasta esta mañana no tenía idea de que los diez meses era ya parlanchina y activa :). Esa es la historia que cuenta mi madre de mí. Es más, ahora es parte de mi memoria pero por su intercesión. La conversación me corroboró lo que ya sabía: las autobiografías o memoir son un fraude. Se nos venden como la historia verídica de quien la cuenta, pero no es cierto, -especialmente la parte que narra los primeros años-, sino la de los que nos rodean.

Cuadro: La persistencia de la memoria (1931) de Salvador Dalí

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