domingo, 4 de abril de 2010

El dilema de la medicina paliativa

Al leer Helping Patients Face Death, She Fought to Live en el New York Times de esta mañana, no pude evitar recordar los últimos meses de "vida" de mi amiga Ida. El artículo cuenta la historia de la Dr. Desiree Pardi como doctora de medicina paliativa, y como paciente de cáncer.

La medicina paliativa pone a prueba nuestra ética porque es una manera de acelerar la muerte, aunque para otros es una manera de limitar el sufrimiento de los que inevitablemente morirán. Estos medicamentos inducen la pérdida de la consciencia, permitiéndole al paciente entrar en un estado de coma que les alivia el dolor -aunque existe la posibilidad de en realidad sea que el paciente esté demasiado sedado para expresar el dolor. De cualquier modo, creo que es mejor intentar mitigar el dolor del que sufre, a simplemente dejarlo retorciéndose de dolor en una cama esperando la muerte.

Es sin duda una cuestión difícil para el paciente y para los familiares, de eso no hay duda. Al estar de frente a la muerte, unos  la aceptan, y otros deciden enfrentarla. En el caso de la Dr. Pardi se rehusó a aceptar que iba a morir. Se negó a usar  los servicios médicos que le hubieran hecho los últimos días de vida más llevaderos -esos mismos que ella proponía a otros enfermos terminales. Ella eligió luchar contra el cáncer aun cuando éste se había extendido a los huesos, los pulmones y el intestino, y ya no había nada más que hacer.

En el caso de mi amiga Ida, estuvo en una profunda inconsciencia por unas dos semanas antes de morir. Todos sabíamos que iba a morir, y ella lo había aceptado, y había decidido que quería los medicamentos paliativos. Sin embargo, cuando los dolores se hicieron  insoportables, y dio la autorización para que empezara el tratamiento no fue fácil para nadie. En pocas horas los medicamentos nos la arrebataron de golpe -sin darnos la oportunidad de decirnos adiós. Esa misma tarde fui a verla, estaba semi-sedada, me reconoció, me pregunto si era yo, a lo contesté que si, me dijo que me quería mucho, yo le dije que yo también, y entonces se quedó dormida. Esa fue la última vez que escuché su voz.

Las semanas siguientes iría muriendo poco a poco, y con cada dosis de medicamento, iba dejando el mundo de los vivos hasta que su cuerpo se paralizó completamente en la madrugada del 27 marzo. A esa muerte en vida es a lo que se enfrentan los familiares de pacientes de cáncer terminal. Es una cuestión difícil, porque ésa es la antesala a la muerte. Pero, ¿cómo no hacerlo si el sufrimiento es tan grande? Dadas las circunstancias, se elige lo que entendemos es lo menos doloroso para el paciente, a sabiendas de que ya no hay marcha atrás, y que muchas cosas se quedarán por decir.

El señor Pardi, el esposo de la doctora Pardi, confiesa que  le hubiera gustado decirle adiós a su esposa, a mí también me habría gustado decirle adiós a mi amiga -aunque a veces pienso, que tal vez, fue mejor así.

Imagen vía cuidados paliativos

3 comentarios:

  1. Amiga

    He tenido que ver morir de cáncer a dos de mis primas. A leerte, no pude evitar recordar esas experiencias.

    La primera, Mabel, murió muy consciente pues su madre se resistía a la idea de perderla. Tenía 9 años. Recuerdo como, a pesar de que la doctora de la niña entre lágrimas le pidio que no extendierá el dolor de su niña, ella insistía en mantenerla con vida a toda costa. Sufrió y todos lo que la amabamos con ella.

    Mi otra prima, Mónica, no tuvo tiempo ni de recibir quimioterapia. Su cáncer estaba muy avanzado cuando la diagnosticaron. Le empezaron a medicar meses después, creo que era morfina. Y si, se fue perdiendo de a poco y se consumió en su cama. Fue difícil verla al final, tan lejos de lo que ella fue.

    La muerte, aunque es parte de la vida, nunca es fácil de asimilar, ni en esa ni en ninguna otra circunstancia. Claro, algunas son más díficiles de enfrentar que otras.

    ¿La mejor manera? Uno nunca está seguro.

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  2. Hola Argénida, te entiendo, y sé que me entiendes. Es una cuestión terrible enfrentarse a la enfermedad de un ser querido, y de superar su perdida.

    Tienes razón, nunca se sabe cuál es la mejor manera :).

    Un abrazo

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